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Un Hito de Justicia: La Histórica Condena en el Caso Saweto y la Lucha de los Defensores Ambientales en la Amazonía

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    GTI PIACI GTI PIACI
  • hace 6 días
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Comunidad Alto Tamaya Saweto. Foto: Mongabay, cortesía Santiago Romaní
Comunidad Alto Tamaya Saweto. Foto: Mongabay, cortesía Santiago Romaní

El 25 de agosto de 2025, después de once años de espera, el Poder Judicial de Perú emitió una condena histórica en el emblemático caso Saweto. Esta histórica condena, fruto de una década de incansable lucha liderada por organizaciones como la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) y las comunidades asháninkas, no solo trae una 'luz de justicia' a las viudas y comunidades, sino que también marca un precedente vital en la defensa de los pueblos indígenas frente a la tala ilegal en la Amazonía. Sin embargo, la lucha de los defensores de los territorios indígenas en toda la Amazonía persiste, enfrentando riesgos y violencia constantes. La batalla por la justicia y el reconocimiento de los derechos de estos pueblos es una lucha por la supervivencia física y cultural, y por la preservación del equilibrio planetario.


El Caso Saweto: Una Lucha de Más de Diez Años por la Verdad


Los hechos del caso Saweto se remontan a septiembre de 2014, cuando cuatro líderes indígenas de la comunidad Alto Tamaya-Saweto, en Ucayali, fueron brutalmente asesinados. Las víctimas eran Edwin Chota Valera, Francisco Pinedo Ramírez, Jorge Ríos Pérez y Leoncio Quintísima Meléndez. Estos dirigentes asháninkas se habían enfrentado repetidamente a las mafias madereras que operaban ilegalmente en su territorio ancestral desde 2008. Edwin Chota, en particular, había presentado su primera denuncia por tala ilegal en 2008, la cual fue archivada en 2010. Había denunciado en varias ocasiones las amenazas en su contra e incluso había alertado que existía una persecución por su defensa de la selva. A pesar de estas denuncias, no contaron con la protección suficiente. Además, la comunidad ya tenía conflictos constantes con madereros en 2011, incluyendo a la empresa Eurosac, cuyo representante, José Estrada, es uno de los sentenciados.


Los líderes emprendieron un viaje hacia la frontera con Brasil para reunirse con comunidades del país vecino. Durante el trayecto, fueron emboscados por sujetos vinculados a intereses madereros ilegales. Posteriormente, sus cuerpos fueron hallados en una quebrada en la zona de Putaya.


La condena dictada por la Corte Superior de Justicia de Ucayali es de 28 años y tres meses de prisión contra los empresarios madereros Hugo Soria Flores y José Estrada Huayta, así como contra los hermanos Josimar y Segundo Atachi Féliz. Además de las penas de prisión, se ordenó el pago de una reparación civil de S/400.000 a favor de los familiares de las víctimas. Este fallo, sustentado en testimonios claves, entre ellos el de un testigo protegido que relató la planificación y ejecución del crimen para silenciarlos, envía un mensaje contundente:


"Los crímenes contra los defensores indígenas no quedarán impunes, aunque la justicia tarde en llegar". 

Es importante señalar que aún queda pendiente la captura de Eurico Mapes Gómez, otro de los implicados que permanece prófugo.


Esta comunidad, ahora con título de propiedad obtenido en abril de 2015 tras los asesinatos, sigue bajo la amenaza de taladores ilegales y grupos crecientes de cocaleros que arrasan el bosque. La presencia de cazadores y pescadores ilegales también persiste. Actualmente, quince mujeres lideran la defensa de la comunidad Alto Tamaya Saweto, con Karen Shawiri al frente del Comité de Vigilancia, que ha realizado intervenciones contra la caza ilegal. La lideresa Karen Shawiri también ha reportado un incremento en el tránsito de foráneos por los caseríos colindantes en la frontera con Brasil, sin control policial, aunque no han visto directamente narcotraficantes en su comunidad.



Conectando Saweto con la Lucha Amazónica Global: Un Grito por la Protección


Treinta y cinco indígenas han dado sus vidas en esta lucha por defender sus derechos y la vida misma, convirtiéndose en la primera línea de defensa contra actividades ilegales como la tala, la minería, el narcotráfico y la expansión agroganadera. El caso Saweto es un doloroso recordatorio de los enormes riesgos que enfrentan los defensores de los territorios indígenas en toda la Amazonía. Estos valientes hombres y mujeres son la primera línea de defensa contra actividades ilegales como la tala, la minería, el narcotráfico y la expansión agroganadera. Estas actividades no solo destruyen la biodiversidad, sino que también amenazan directamente la vida, la cultura y la salud de los pueblos indígenas.

La violencia contra los defensores ambientales persiste en la Amazonía, y es particularmente aguda cuando la defensa se extiende a los Pueblos Indígenas en Aislamiento (PIA) o en Contacto Inicial (PICI). Estos pueblos, por su extrema vulnerabilidad inmunológica y cultural, así como su decisión de mantener el no contacto, representan el punto más frágil de la resistencia. Defender sus territorios implica enfrentarse a las mismas mafias que amenazaron a los líderes de Saweto, pero con el agravante de proteger a comunidades que, por su aislamiento, no pueden defenderse o interactuar con la sociedad mayoritaria. Un ejemplo claro de esta arremetida es la judicialización de líderes indígenas como Julio Cusurichi, quien ha sido denunciado por una empresa maderera solo por defender los territorios de los pueblos en aislamiento, exponiendo la vulnerabilidad legal a la que se enfrentan quienes protegen la selva.


Julio Cusurichi
Julio Cusurichi, ha sido denunciado por una empresa maderera solo por defender los territorios de los pueblos en aislamiento, exponiendo la vulnerabilidad legal a la que se enfrentan quienes protegen la selva.

Existen numerosos casos que ejemplifican los peligros que corren los defensores ambientales al proteger a los PIACI o sus territorios:


  • Un ejemplo directo de la presión y el peligro se vio con los "aislados del Xinane" en la frontera entre Brasil y Perú. En 2014, un grupo de estos PIA se acercó a comunidades Asháninka en territorio peruano huyendo de la violencia de madereros, lo que demuestra cómo las actividades ilegales fuerzan a los PIA a movimientos que pueden poner en riesgo su vida y aumentar la posibilidad de contactos no deseados. Otávio Brasil Manchineri, líder Machineri, relata cómo el cambio en los patrones de movilidad de los Mashco (PIA) se debe a la presión de madereros y narcotraficantes en el lado peruano de la frontera, acercándolos cada vez más a las comunidades contactadas.

  • La historia de la Masacre de Haximú en la Tierra Indígena Yanomami en Brasil, donde garimpeiros (mineros ilegales) cometieron una masacre en una zona habitada también por PIA, llevó a que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) solicitara acciones para la protección de la población Yanomami. Este es un claro ejemplo de la violencia que afecta directamente a los PIA y la necesidad de una defensa activa.

  • En Perú, la situación de los Mashco Piro, Yora y Amahuaca en la Reserva Territorial Madre de Dios es una "situación de emergencia permanente". La presencia de concesiones forestales operativas y actividades ilegales como la minería y el narcotráfico en sus territorios genera un riesgo constante de contactos y conflictos violentos. Un incidente en 2005 entre los Mashco Piro y madereros, que resultó en la muerte de uno de los madereros, subraya la tensión y los peligros latentes.

  • La Iniciativa Amotocodie en Paraguay ha documentado cómo los PIA ayoreo han tenido que desarrollar estrategias defensivas, como lanzar armas contra maquinaria en ataques a sus cultivos o dejar trampas punzantes camufladas en los caminos para defender su territorio de los intrusos, incluyendo a los madereros.

  • En Brasil, los Guardianes del Bosque de la Tierra Indígena Araribóia, conformados por el pueblo Awá Guajá (no aislados), llevan a cabo iniciativas de autodefensa, vigilancia y seguridad territorial contra la tala ilegal y la deforestación. Sus estrategias incluyen explícitamente la protección de los PIACI que viven en su territorio, en una región caracterizada por su extrema violencia, con reportes de incendios de bases de FUNAI y numerosos asesinatos de indígenas.

  • Otros pueblos como los Kaxinawa del Río Humaitá y Machineri y Jaminawa en Brasil han tomado medidas para proteger a los PIA colindantes, como establecer acuerdos internos para no utilizar áreas donde los PIA están presentes y construir "tapiris de regalos" con machetes, ollas y alimentos, como yuca, plátano, maíz y sandía. Esto se hace para satisfacer las necesidades de intercambio de los PIACI y señalar una presencia pacífica, reduciendo así la posibilidad de conflictos violentos derivados de saqueos por necesidad.


Estos ejemplos demuestran que la protección de los PIACI no es una tarea abstracta, sino una lucha vital que expone a los defensores, sean ellos mismos PIACI o pueblos indígenas vecinos, a un constante peligro, hostigamiento y agresiones. La CIDH y la OEA enfatizan la obligación de los Estados de abstenerse de cometer agresiones y hostigamientos contra líderes y defensores, e investigar y sancionar seriamente estos hechos.


La situación es especialmente crítica para los PIACI, quienes son particularmente vulnerables a las amenazas externas, incluyendo enfermedades para las que no tienen memoria inmunológica. Sus territorios no son solo un refugio, sino que desempeñan un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad, la lucha contra el cambio climático y el mantenimiento de la estabilidad ecológica mundial, beneficiando a toda la humanidad. 


A pesar de su importancia vital, la protección de estos pueblos enfrenta problemas estructurales. Muchos PIACI no son oficialmente reconocidos por los Estados, lo que los deja sin la protección legal necesaria para su existencia y sus territorios. A esto se suma la alarmante falta de decisión política para aprobar y consolidar las reservas indígenas, un paso fundamental para garantizar la intangibilidad de sus tierras y su supervivencia. De hecho, en 2024, de los 188 registros de PIA en Sudamérica, 128 están "por confirmar" para los Estados, lo que significa que a una gran mayoría se les niega su existencia legal y, por ende, sus derechos. Esta invisibilización se agrava con la cuestión de la "validez científica": algunos sectores del Estado y actores vinculados al extractivismo cuestionan la legitimidad de los estudios técnicos sobre la existencia de estos pueblos, argumentando que carecen de validez "científica" para obstaculizar el reconocimiento y la creación de reservas indígenas. Este argumento convierte la protección en un asunto de fuerte significado político, señalando a los defensores de los PIACI como "enemigos del progreso".


El Camino Hacia una Justicia Duradera


La condena en el caso Saweto es un primer paso que valida y justifica la lucha de los Pueblos Indígenas. Demuestra que la persistencia pueda, eventualmente, vencer a la impunidad. Sin embargo, este triunfo parcial subraya la necesidad urgente de una protección más robusta y sistémica para todos los defensores ambientales y los Pueblos Indígenas, y especialmente para los PIACI, cuya existencia y derechos están constantemente bajo amenaza. Es imperativo que los Estados no solo reconozcan la existencia de estos pueblos (de los cuales 128 están "por confirmar" solo en Sudamérica), sino que también implementen y fortalezcan marcos legales y políticas públicas que garanticen sus derechos a la autodeterminación, a la intangibilidad de sus territorios y a vivir libres de violencia y explotación.


Es crucial que se aborden los problemas estructurales que limitan el acceso a la justicia y la efectividad de las fiscalías en territorios indígenas, como la falta de presupuesto y personal especializado. La justicia tardía de Saweto debe ser un catalizador para acciones preventivas y responsables que aseguren que ninguna otra voz de la selva sea silenciada impunemente. La lucha por la Amazonía y sus pueblos es una lucha por el equilibrio de nuestro planeta, y cada sentencia, cada política y cada acción de defensa son pasos hacia un futuro más justo, respetuoso y sostenible, donde la sabiduría ancestral y la dignidad de todos los pueblos sean verdaderamente valoradas y protegidas.

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